viernes, 2 de marzo de 2012

Riesgo, alcohol, hielo y betadine


Hacia muchos días que no me pasaba nada. Y otra vez como en la conocida ranchera volví a rodar y rodar, rodar y rodar... Esta vez acabando en el hospital por múltiples contusiones repartidas generosamente por todo el cuerpo. Gracias a Dios finalmente todo se puede resumir con la expresión “Chapa y pintura”. Pues nada, ya tengo otra historieta más para contar a los nietos.

Echando la mirada atrás veo que durante mi ya dilatada vida biker está bastante marcada por caídas, lesiones y demás desgracias. Operaciones, esguinces, cortes y moratones avalan mis desventuras por las montañas. ¿Pero quién de nosotros está libre de pecado? Todos tenemos heridas de guerra que nos recuerdan aquel día en aquel lugar.

A mi me gusta mucho recordar momentos. Y el anterior a la ostia es muy emotivo. Como el cuerpo humano es capaz de reaccionar en milésimas de segundo es impresionante. La cabeza manda órdenes para esquivar el árbol o cuanta presión seremos de capaz de general en las manetas de freno para clavar la bici en el borde de algún barranco.
También hay otras que te las encuentras. Estas son donde generalmente te haces daño porque no te da tiempo ni a reaccionar ni a protegerte lo más mínimo pero de todo hay en la viña del señor. Otras veces te das la tollina del siglo y no te pasa nada. Hay tenemos la gracia de la vida que no sabemos lo que nos va a ocurrir cuando salimos de casa.

Al levantarte del suelo, si puedes, haces el balance de dolores. Uy! Pues me duele aquí, aquí y aquí. Y si no te lo habías visto los agujeros de la ropa te marcan también donde puedes encontrar algún indicio de una herida que no te duele como las otras. Pero ya te dolerá.

Lo de darse con los huesos en el suelo en el fondo tiene su gracia. Siempre y cuando no dejen secuelas graves. Que eso creo que no le sienta bien a nadie. Pero bueno si cuando se te pasan los dolores finalmente siempre eres capaz de crear una historieta para contarla a los familiares y amigos y echar unas risas de la desgracia.
Al fin y al cabo es el pan nuestro de cada día. Pero no por eso hay que pensar que es un deporte peligroso. En cualquier actividad que se mezcle con la velocidad, equilibrio y el azar existe el riesgo. Sin ir más lejos no hace falta que seamos nosotros los que llevemos velocidad. ¿O es menos peligroso el cruzar por mitad de una calle de una gran ciudad? Son accidentes y los accidentes no se pueden evitar.

Espero haber podido sacar una sonrisa cuando hayáis recordado alguna de vuestras buenas galletas. Y en las venideras no tengan graves consecuencias. Y que no por eso abandonéis esta afición tan grata como es el ciclismo en todas las modalidades. Para evitar desgracias mayores ponte el casco, respeta las señales y el entorno. Y cuando estés preparado sal y monta pero sobretodo, DISFRUTA.

Publicado en Wallride Magazine Nº. 50